Bienvenidos a mi hogar

"Escribo en este rincón lo que mi corazón susurra cuando el alma grita y la mente no calla"

jueves, 31 de marzo de 2016

Adios, Yayo

Adiós, Yayo


Nunca existen letras suficientes para describir lo que se siente cuando tienes que despedirte. Sobre todo, cuando de repente todos los bonitos recuerdos se agolpan en tu cabeza. Te das cuenta de que el tiempo siempre es tu mayor enemigo, porque corre muy por delante de ti y cuando crees que lo has atrapado, vuela.

Hoy intento escribirte a ti, yayo, desde lo más profundo de mi corazón, para que la historia registre ante el mundo que siempre te querré y que te echaré de menos.

Para mí siempre has sido como una caja misteriosa, llena de historias entrañables, risas y bonitos gestos que se han ido pegando en cada página del libro de mi vida.

Siempre recordaré ese semblante serio cuando quedábamos en un bar, semblante que se transformaba en risa, cuando me contabas anécdotas que habías vivido en tu vida. Esa amabilidad que brotaba de ti cuando pagabas la cuenta, queriendo pagar hasta las tapas que te regalaban. Las risas que nos echábamos cuando nos amenazabas con el bastón a mi hermano y a mí si nos portábamos mal. Los viajes que te echabas desde tu casa para quedar conmigo en el bar de mi barrio, sin tan siquiera mediar una palabra, para darme dinero cuando era pequeño.

Aún recuerdo esa carta inocente que eché en tu buzón, diciendo lo mucho que te quería y como me respondiste, con otra carta que tenía 100 pesetas en su interior. Y la de veces que me quedaba a dormir en tu casa cuando eran las fiestas del barrio.

Recuerdo los viajes que hice contigo y con la Yaya, a la playa, a Murcia... Aún recuerdo aquel viaje a Granada que hicimos solos tu yo, donde no querías que viéramos la Alhambra porque tú ya la habías visto. Y las risas de aquellos gatos que huían despavoridos de ti, cuando intentabas que no se comieran a las palomas. O ese viaje al museo de las artes y las ciencias, donde me perdí en cuanto te diste la vuelta y luego te llamaron para que me buscaras.

Te quiero dar las gracias por haber cuidado de mí en cada momento desde las sombras, por ayudarme en los momentos de dificultad y sacarme siempre una sonrisa. Gracias por haberme mostrado esa sensibilidad oculta que tenías y que dejabas ver cuando soltabas una pequeña lagrima cada vez que iba a verte.

Ahora estás con la Yaya y sé que serás feliz allí donde estés. Siempre te llevare en mi corazón.


Te quiero, Yayo.

viernes, 10 de julio de 2015

Aquellos que se van

Hoy he leído algo que consigue dar forma a muchos de los sentimientos que he experimentado a lo largo de este año. Y es que a veces existen sentimientos que se agolpan en tu interior y que provocan miles de dudas en tu ser, te hacen sentir egoísta por ser contrarias a tus principios y buscas una y otra vez la forma de eliminarlos. Es fácil entender que debes luchar y seguir adelante, pero es difícil hacerlo y aun cuando lo consigues, recuerdas que hay cosas que no cambian, que siguen ahí y no logras ordenarlas en tu cabeza para poder buscarles un sentido.

Hablo de esa sensación que ocurre cuando alguien se va, cuando esa persona que amabas tanto como para decir que era la última, que era “ella” y que se convierte en tu mundo, llenándote de momentos y sensaciones únicos y que no deseas dejar atrás jamás, deja de formar parte de tu vida porque sus sentimientos dejan de ser los adecuados, porque no es feliz a tu lado o porque busca algo distinto a ti.

Cuesta horrores asimilar que esa persona que te lo ha dado todo y a la que le has ofrecido todo tu ser de repente ya no está y ya no puedes compartir todo con ella y aun cuando logras asimilarlo, si el corazón no quiere, siempre permanece ahí, como un ente invisible que inunda tu mente de recuerdos y momentos felices.

Es fácil decir “hay que seguir adelante” pero lo difícil realmente es hacerlo. Lo consigues, avanzas y asimilas que ya no está y que es difícil que vuelva, pero tras eso descubres que ahora es libre y que puede empezar una vida nueva con alguien que logre hacerla más feliz. Es entonces cuando el egoísmo te inunda, cuando no quieres que eso ocurra ya que quieres que esté contigo y ser tú el único que la hace feliz. No quieres que los momentos tan felices que has vivido con ella, los viva con otro, eso te quema porque sabes que esos momentos eran únicos.

Cada persona es un mundo y puede llevar esto de mil modos, para mí es un sentimiento infernal, pues mi mente desea que esa persona sea feliz, porque sabe que se lo merece, pero mi corazón arde en el egoísmo y la envidia.

Ha de pasar mucho tiempo hasta que tu corazón acepta lo inevitable del mejor modo que sabe, aunque creo realmente que nunca está preparado para aceptarlo, si no para sobrellevarlo.

Hoy, leyendo un artículo, me he dado cuenta de que no existe una fórmula que te permita aceptar que una persona ya no está contigo o que no quiere estarlo porque no eres lo que busca. Solo existen tus principios y tu fuerza para dejarla continuar aunque te duela. Te das cuenta de que si tu corazón no quiere, no volverá a amar a otra o si lo hará, pero no olvidará nunca a las demás personas que ha amado, ni la intensidad con la que lo hizo. Por eso, no conviene martirizarse por lo que el corazón sienta, ya que no es culpa tuya.

Tras esto, solo existe una cosa por hacer y es seguir adelante con lo que te toque. Has de aguantar si el corazón te da punzadas, o si tienes pesadillas o si empiezas a tener nuevos sentimientos por una persona, te corresponda o no, has de aguantar y ser fuerte.

Yo he decidido usar la razón cuando el corazón falla, seguir adelante, viendo mundo y jugando las cartas que me toquen. Perseguir cualquier sentimiento, por muy pequeño o grande que sea y ver donde termina. Volver a empezar si no llega a ser algo y seguir una vez más. El mundo sigue girando y avanzando por mucho que tú te muevas o no, así que solo queda seguir y vivir. 

Si tienes pensamientos egoístas es normal, eres humano, la diferencia la marca los actos que realices y dejar ir a una persona aunque duela y no hacerle ningún mal creo que es el mejor acto que se puede realizar.


viernes, 19 de junio de 2015

Un capitulo termina, otro empieza.

Tiempo, el reloj ha vuelto a pararse. Es la marca, el signo de que un capitulo esta por acabar y eso solo puede significar o que empieza un nuevo capítulo o que por fin acaba de escribirse la historia. Esto último no es la mejor opción, pues nadie quiere que una historia termine.

¿Cuántas son las batallas que ha habido en cada hoja? ¿Cuántas victorias o derrotas? ¿Cuántos diálogos se han establecido entre cada uno de los personajes? Preguntas difíciles de responder.

Cada batalla podría ser un mismo libro, mas no es posible percibir la totalidad de las mismas ni vivirlas tan intensamente como su escritor, nadie es capaz de percibir la emoción de cada victoria ni el dolor de cada fracaso tal y como realmente llega a ser. Eso es porque su escritor es un mal escritor, es lo que siempre se piensa, así está marcado desde los inicios de la historia, pero en realidad, en este pequeño caso, quizá es el lector el que no alcance a percibir el corazón de la persona que escribe el libro.

Si repasamos el capítulo, en cada frente de batalla ha habido victorias importantes, más lo que destaca es la fuerza con la que se ha luchado. ¿Quién pensaría que un caballero sin armadura ni armas podría vencer una batalla tras otra? ¿O que tras ser derruidos los muros de su fortaleza y haber sido vencido, se levantaría una vez más para volverlo a intentar?

Pero, ¿Qué hay de las derrotas? También ha habido derrotas importantes y tras ellas poderosos enemigos a los que todavía no ha logrado vencer. A veces la fuerza no es suficiente para vencer una batalla, incluso puede que sea imposible ganarla y es que no importa cuán fuerte sea tu ejército, si el veneno más mortífero ya ha contaminado tu corazón.

Pero no todas las batallas se libran en un frente, a veces, las más difíciles, se libran contra uno mismo. Tu puedes ser tu mayor enemigo, dejando que cosas ajenas a ti te afecten o peor aún, que las causes tú mismo, en ese caso es momento de meditar y dominar tu temple. Sin embargo, existen oponentes dentro de ti mismo que son ajenos a ti, que siguen su propio camino y no obedecen a tu ser y el más duro de todos ellos, es el corazón.

Cada batalla se ha iniciado por el corazón, por un objetivo, el amor, y pese a todo, el caballero no ha logrado vencer, pues así lo ha querido el destino. Es en este momento cuando un caballero no puede vencer, cuando es el corazón el que toma las riendas, y es que no importa lo fuerte que seas, es el corazón quien decide a quien ama y ya puedes decidir no amar o intentar amar a otra, que el corazón te llevará la contraria. A veces el corazón se cansa y acaba dándote la razón, pero otras, ama eternamente.

Cuanto ha cambiado la historia desde el día en el que comenzó. Como aquel niño débil alcanzó la felicidad y el amor y como tras perderlo todo se convirtió en un fuerte caballero. Cuantas ilusiones y sueños se han roto y pese a todo, aún puede sonreír. Y aun hoy, aunque este capítulo acabe y ese caballero siga sin portar su armadura ni su arma, sigue dispuesto a luchar y seguir adelante, enfrentándose a sus enemigos con las manos desnudas.

Sin una guía en su camino y solos él y su corazón, sigue con ilusión, intentando mantenerse entre el dolor y la felicidad, mientras su corazón se queja, ríe y otras llora, pero acepta, como su dueño, el destino que ha recibido. Lamentándose de lo perdido pero alegrándose de lo ganado, se mantienen fuertes y dispuestos, aunque aún torpes, para comenzar un nuevo capítulo.




martes, 21 de abril de 2015

Los que no pueden ser vistos o escuchados

Hoy vengo a contarte una pequeña historia
y no una de esas que es fácil de entender.
Hoy no vengo a decirte que habla mi memoria,
sino algo más profundo muy dentro de mi ser.

Los que no pueden ser vistos o escuchados,
así esta historia debiera ser llamada.
Un grupo lleno de impulsos descontrolados,
que luchan rio arriba por llegar a su amada.

Empezaré por aquellos que dirigen este cuerpo,
dando siempre su máximo sin permitirse caer.
No entienden de lejanía, de espacio o de tiempo,
su único objetivo es dejarme donde allí estés.

Volando por mí estomago como si fueran mariposas,
se encuentran aquellos que son más revoltosos,
cuchicheando, diciendo de ti solo palabras hermosas,
recordándome estos sentimientos maravillosos.

Luego están aquellos que rodean mi corazón,
usando su fuerza para controlar el pálpito,
que provoca cada emoción, sensación e ilusión,
envueltas en la pasión de un sentimiento cálido.

En mis manos están aquellos más difíciles de controlar,
dispuestos a asaltar tu cuerpo y llenarlo de caricias,
buscando rodearte para no volverse a soltar
y regalarte un mundo juntos lleno de delicias.

Pidiendo guerra están los que se posan en mis labios,
saltándose las leyes, deseando romper la balanza,
provocando en silencio a tus labios, deseando besarlos,
detenidos por la templanza, pero tejiendo su venganza.

Gobernando mi olfato yacen los mas tranquilos,
recogiendo tu dulce aroma y deleitándose con él.
Encargados de despertar y potenciar mis sentidos,
sembrando tu olor en ellos como si fuera un vergel

Allí en lo más alto están los más privilegiados,
dirigiendo a mis ojos allí donde se encuentre tu rostro,
brillando intensamente al verte, enamorados,
observando sin perderse tus detalles hermosos.

Encargados de recibir la armonía de tus palabras
y hacer que mi cuerpo baile al son de las mismas,
en mis oídos están, cazando cada una de tus letras,
sin perderse ni olvidarse cada uno de los prismas

Recorriendo todo mi cuerpo a la velocidad del sonido,
se encuentran aquellos que dirigen mis nervios,
haciendo que mi cuerpo vibre por cada latido,
y que mis palabras salgan a un ritmo frenético.

Los que no pueden ser vistos o escuchados,
gobernados por el corazón y la mente,
sin temer ya decirte que están enamorados,
los que suspiran por tu amor asi son llamados.

No temen demostrarte que te quieren,
ni temen lo cerca o lejos que te encuentres,
pues donde allí vayas ellos irán,
y si los recibes, a tu lado siempre se quedarán.

lunes, 13 de abril de 2015

Detrás de mi

Cuando llega el amanecer y el reloj suena, no existe ente ni fuerza que arraigue este cuerpo a mi cama, ni existe ruido ni oscuridad que pueda evitar que se dibuje mi sonrisa. Todos los días son bonitos, sin importar si he dormido, ni los problemas, ni los cambios, nada importa, porque cuando llego, siempre te veo.

No existe modo mejor de empezar el día, que cuando te veo descender por esas escaleras, con esa carita de niña adormilada y siento ese escalofrío que recorre mi cuerpo y me obliga a sonreír. Tan solo por ese momento, merece la pena recorrer media ciudad o medio mundo.

Adoro escuchar tu voz mientras caminamos, mientras en mi mente se disparan miles de palabras que no permito salir y busco la forma de responderte aunque no siempre halle palabras. Y es que tu voz es la mejor melodía que mis oídos pueden escuchar.

Adoro cada gesto de tu rostro, tus ojitos arqueados al sonreír, la belleza que deslumbra tu sonrisa, ese tono de niña que enternece y enamora a la vez. Y es que tu rostro solo pudo ser creado por un ángel.

Siempre permanezco observándote, tras cada gesto y acción que sale de mi cuerpo yace un sentimiento oculto entre nervios o en el silencio, deseando ser escuchado. Tras la larga barrera de mi timidez inventada, oculto un mar de preciosas acciones por librar, violentas algunas, otras llenas de amor. Y es que lo que mis labios no pronuncian, es aquello que es realmente.

No hay miedo en lo que siento, no temo liberarlo, más cuando los labios no pueden callar, lanzo las palabra al aire para que sean escuchadas, como miguitas de pan, para dejar claro que no estoy asustado. Y es que lo que siento no merece ser ocultado, porque no sabes realmente el placer que es amarte.

Permanezco a la espera, sin temer avanzar, observándote, buscándote y deseando encontrarte. No temo esperar, ni me importa el tiempo o el espacio, ni si quiera el destino, solo el ahora. Ahora sé que es todo lo que guardo en mí ser, ahora sé todo lo que estoy dispuesto a hacer y ahora sé, que te quiero. Vivo mi vida en este presente sin buscar un futuro, para así, cuando llegues a mí, seas ese rayo de luz que ilumine mi día. Y si el destino finalmente decide apartarte de mí, bueno, moriré habiendo luchado hasta el final.

lunes, 6 de abril de 2015

Los días pasan lentos en mi habitación, mi templo dorado, mi máquina del tiempo. Allí los paso tumbado, arropado con el suave tacto de mis pensamientos, recreando momentos, lugares, sonrisas, dejándome llevar por el recuerdo hasta cada lugar que he visitado, volviendo a recorrer cada centímetro de tu piel con mis ojos, volviendo a sentir su calidez entre mis dedos. Dirijo mis dedos a mis labios, indagando en cada detalle, en cada impulso eléctrico que los recorre cuando son rozados por los tuyos, sintiendo de nuevo ese calor que poco a poco deshilacha el caparazón de mi cordura.

Viajo allí donde nada puede detenerme, donde no hay ley ni orden, donde todo es simple y perfecto. Allí quedo cada día contigo para observarte sin que me veas, para besarte sin que me detengas, para amarte sin que el destino nos juzgue. Allí te veo sonreír, te veo feliz y me siento único. Allí te entrego mis “te quieros” y mis sentimientos son libres del opresor que los retiene y los encierra muy adentro. Allí permanezco, a tu lado, hasta que las luces se apagan y el telón se abre para dar paso a la función.

Cuando el telón está abierto es cuando se demuestra la verdadera fuerza, pues la función dura horas y horas, días y días, incluso semanas. Durante ese tiempo, se pone a prueba el temple y se muestra si la espera acaba colmando el vaso de la paciencia o si el control ejerce su poder sobre todo lo demás. Me gusta sentirme impaciente, me hace sentir bien adentro el deseo que mis ojos tienen de verte. Me gusta alcanzar ese límite en el que mi corazón palpita con fuerza, me hace sentirme vivo y me demuestra la fuerza que hay en él.

El peor momento es ese en el que recuerdas que el destino abre muchas puertas y sabes que en algunas de ellas solo hay desierto. Te hace pensar que el amor es un simple juego de azar, donde hay que arriesgar hasta el último aliento por aquello que más deseas. Pero ¿sabes? No me importa. Atravesare esa puerta y daré lo mejor que hay de mí y aprenderé a vivir en el lugar que me toque, aunque no sea el que busque.

Lo bueno que tiene una función, es que siempre acaba y no importa lo buena o mala que haya sido, pues cada final dará comienzo a un nuevo principio. Y, ¡hey!, ¿sabes lo bueno que tienen los principios? Que contienen esa chispa que hace que haber esperado, merezca la pena.



lunes, 16 de marzo de 2015

Cuando todo fluye

Todo es más fácil cuando la corriente que mueve tus impulsos fluye sin ningún obstáculo que la aprese. Y es que no se puede retener aquello que te hace ser como eres, aquello que te da ese brillo por el que te ven como alguien especial.

Ser uno mismo conlleva ser libre de las ataduras que retienen esa libertad, ataduras que nosotros mismos ponemos por el miedo o muchas veces por pensar que quizá hagamos daño a los demás y no queramos eso. Pero no sirve de nada, pues finalmente acabamos apresados en nuestra propia tela de araña y nos ahogamos en el dolor que eso nos produce.

Si hoy pudiera dar un consejo a cualquiera que estuviese leyendo esto, sería que se deje ser libre. Liberar vuestro ser, dejad que inunde el mundo con sus sentimientos, su palabra, su silencio o con las maravillas que se gestan en la mente, sed libres de vuestras propias ataduras y volad.

He estado preso de mí mismo durante mucho tiempo. Dejando que mis complejos me hirieran y me hicieran un ser diminuto ante todos los demás. He sido todo aquello menos lo que he querido ser delante de los demás, una criatura con una máscara demasiado arraigada a su ser como para desvelar su verdadera naturaleza. Y es que creo que no puedo ser comprendido o mi naturaleza dista de ser normal a lo que se ve frecuentemente o se espera ver. ¿Cuántos habrá que sientan esto? Y es que es algo serio pensar que no tienes realmente un lugar en el mundo en el que te puedas sentir cómodo.

Todo debe ser más fácil y así es realmente. Todo se complica tanto como nosotros deseemos, es por eso, que debemos hacer las cosas más fáciles. Todo está en la mente y la mente puede alcanzar a lograr cosas fascinantes.

¿Por qué detener la corriente que fluye y dejar de ser uno mismo? Solo déjate llevar por ella y deja el futuro para tu yo futuro.

Así que, es el fin…

- Porto mi mascara, pero doy pistas de mi naturaleza.

- Abro mi mente y me dejo llevar por la corriente.

- No tengo miedo de mostrarme a mi mismo, porque soy un ser bueno que busca hacer todo de la mejor forma posible.

- No niego mi naturaleza, si estoy hecho para amar, seguiré ese camino, amaré con todas mis fuerzas a quien el corazón me pida y lucharé por ser fiel a esos sentimientos.

- Si me odias, esperaré a que dejes de hacerlo y dejes de castigarte con el olvido.

- Si la vida me pone obstáculos, los saltaré y si al hacerlo tropiezo, me levantaré listo para un nuevo asalto.

- Si mi mente me apresa, lucharé para arrancar sus cuerdas y si no puedo, esperaré a un nuevo día para volver a intentarlo.

- Si sonrío, será porque lo siento. Si te miro al hacerlo, será porque tu eres su dueño/a. Si mis ojos brillan, será porque te quiero.

- Si choco mi puño con el tuyo, será porque te llevo dentro

- Si te nombro, será porque te recuerdo y si te pienso, será para mantener vivo ese recuerdo.

- Si permanezco cayado, será porque te observo.

Sed vosotros y que nada os impida ser lo que queréis ser.