El ve su cuerpo de niña y sonríe, parece tan frágil, como
si fuera de porcelana, pero es tan precioso que le enternece. Ve su piel, tan
blanquita y suave, cada vez que la toca siente estar en un mar de sabanas. Sus
ojos, cada vez que los mira siente ver el horizonte de un océano.
El la ve, agarrar su mano o abrazarlo, con ese cuerpo tan
diminuto y delgado y siente que no quiere soltarla jamás. Siente que quiere
agarrarla, apretarla contra él y dejar que el mundo avance por sí solo.
Y así se ve, como una dulce princesa encerrada en un
cuerpo de niña, tan inteligente, tan guapa y tan buena, que pareciera albergar
un alma de cristal en su interior.
Siente que la quiere, que la respeta y la adora como si
fuera su propia hermana. Siente que en otra vida la habría amado con fuerza, la
habría besado sin mirar a su alrededor. Se habría envuelto en una locura por
ella y la habría estado esperando en secreto bajo su ventana.
¿Cómo es posible? Quizás os lo preguntéis, ¿como él puede
verla de ese modo?, ¿Es amor verdadero?, ¿fraternal? o ¿ambos quizás?
¿Qué es el amor? Si no una corriente que te empuja y te
hace sentir cosas especiales por los demás. ¿Acaso no es posible amar a alguien
sin querer ser su pareja? El os respondería de manera muy simple y breve. Diría
que la quiere, que es su hermana, su amante, su fiel amiga, que quizás en sus
sueños sea su prometida, pero que en la realidad, es esa chica especial que le
hace sonreír cuando lo necesita.
No le juzguéis mal, pues no es infiel y ni mucho menos un
pederasta, es solo alguien que ama a las personas, no a los sexos, ni a las
edades, pues para él, el amor es lo más bonito que existe en la tierra.