Quien sabe cuantas palabras puede albergar la mente,
cuantos sucesos pueden quedarse grabados dentro de ella como si fuera una
biblioteca. Que fácil seria poder acceder a ella como cuando buscas algo en el periódico
o en un libro, que fácil seria quemar los malos recuerdos o borrarlos sin más.
En los años que llevo caminando por el mundo, he
escuchado en incontables ocasiones abusar de la palabra “olvido”. ¿Qué es el
olvido?, ¿una quimera? o ¿realmente existe la posibilidad de no recordar?
Capitulo 1: La fórmula para borrar los recuerdos
Había un chico cuya vida no era fácil. La gente se reía
de él por estar rellenito, la chica a la que quería no le correspondía por lo mismo,
no era bueno en los deportes, quizás un poco en balonmano. Su timidez le impedía
relacionarse y expresarse como era debido, por lo que todos tendían a echarse
encima suya. Se odiaba a sí mismo por todo aquello y todos los días del año
lloraba y le gritaba a dios que por qué le maldecía de ese modo.
Sin embargo, dentro de todos esos defectos se encontraba
una virtud que poca gente tenía y es que el corazón del chico era pura bondad.
No importaba que la chica que quería no le
correspondiera, siempre iba en su auxilio cuando lo necesitaba, no importaba
que la gente se metiera con él, siempre les perdonaba y no le importaba no ser
demasiado bueno en la vida, pues con ser bueno le bastaba.
Dentro del entorno familiar la situación no era mucho
mejor. Su madre era alcohólica y él siempre tenía que tirarle las bebidas por
el fregadero para no verla así. Ella siempre culpaba a su padre de que ella
fuera así, por lo que el chico empezó a odiarlo con el tiempo. Él sin embargo
siempre consolaba a su madre y nunca la dejaba de lado.
Pero con el paso de los años el chico iba creciendo y su
forma de ser le empezaba a pasar factura. Pese a ser listo, comenzó a decaer en
los estudios por lo que su madre le castigaba con sus palabras día tras día. El
chico comenzó a decaer en todo, usando una habitación oscura como único refugio.
Pero un día, el chico se levantó con más ánimo que nunca
y decidió cambiar su destino. Comenzó a hacer ejercicio y a mejorar en los
estudios. Consiguió que su madre dejara la bebida y durante dos años fue uno de
los mejores en su clase. Olvidó a aquella chica y sin darse cuenta era él al
que las chicas querían. Tuvo su primer amor, su primer beso y sus primeras
rupturas con todo lo que ello conlleva.
Cuando volvieron a pasar los años, el chico ya no era
aquel niño que lloraba y le gritaba a dios, sus lágrimas se habían secado y su
mente había cambiado. Pero pese a todo aquello su corazón roto seguía latiendo
con fuerza y siendo bondadoso.
Una vez me crucé con ese chico y con ánimo quise darle la
enhorabuena por todo.
- Enhorabuena, has olvidado el pasado y te has enfrentado
al presente con fuerza y claramente has vencido. – Dije con entusiasmo
Pero sin embargo lo que él me respondió, fue algo muy
diferente a lo que yo creía.
- Te equivocas, no he olvidado el pasado, pues no existe
manera de hacerlo. He seguido mi corazón y he tirado hacia adelante,
descubriendo así que hay cosas buenas en la vida que pueden llegar a superar
todo lo malo.
Así que, si existiera una fórmula para olvidar, yo diría que
reside dentro de cada cosa y ser en este mundo, pues lo bonito no es querer
olvidar lo malo, si no querer aceptar lo bueno.
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