Tiempo, el reloj ha vuelto a pararse. Es la marca, el signo
de que un capitulo esta por acabar y eso solo puede significar o que empieza un
nuevo capítulo o que por fin acaba de escribirse la historia. Esto último no es
la mejor opción, pues nadie quiere que una historia termine.
¿Cuántas son las batallas que ha habido en cada hoja? ¿Cuántas
victorias o derrotas? ¿Cuántos diálogos se han establecido entre cada uno de
los personajes? Preguntas difíciles de responder.
Cada batalla podría ser un mismo libro, mas no es posible
percibir la totalidad de las mismas ni vivirlas tan intensamente como su
escritor, nadie es capaz de percibir la emoción de cada victoria ni el dolor de
cada fracaso tal y como realmente llega a ser. Eso es porque su escritor es un
mal escritor, es lo que siempre se piensa, así está marcado desde los inicios
de la historia, pero en realidad, en este pequeño caso, quizá es el lector el
que no alcance a percibir el corazón de la persona que escribe el libro.
Si repasamos el capítulo, en cada frente de batalla ha habido
victorias importantes, más lo que destaca es la fuerza con la que se ha
luchado. ¿Quién pensaría que un caballero sin armadura ni armas podría vencer
una batalla tras otra? ¿O que tras ser derruidos los muros de su fortaleza y
haber sido vencido, se levantaría una vez más para volverlo a intentar?
Pero, ¿Qué hay de las derrotas? También ha habido derrotas
importantes y tras ellas poderosos enemigos a los que todavía no ha logrado
vencer. A veces la fuerza no es suficiente para vencer una batalla, incluso
puede que sea imposible ganarla y es que no importa cuán fuerte sea tu ejército,
si el veneno más mortífero ya ha contaminado tu corazón.
Pero no todas las batallas se libran en un frente, a veces,
las más difíciles, se libran contra uno mismo. Tu puedes ser tu mayor enemigo,
dejando que cosas ajenas a ti te afecten o peor aún, que las causes tú mismo, en
ese caso es momento de meditar y dominar tu temple. Sin embargo, existen
oponentes dentro de ti mismo que son ajenos a ti, que siguen su propio camino y
no obedecen a tu ser y el más duro de todos ellos, es el corazón.
Cada batalla se ha iniciado por el corazón, por un objetivo,
el amor, y pese a todo, el caballero no ha logrado vencer, pues así lo ha
querido el destino. Es en este momento cuando un caballero no puede vencer,
cuando es el corazón el que toma las riendas, y es que no importa lo fuerte que
seas, es el corazón quien decide a quien ama y ya puedes decidir no amar o
intentar amar a otra, que el corazón te llevará la contraria. A veces el
corazón se cansa y acaba dándote la razón, pero otras, ama eternamente.
Cuanto ha cambiado la historia desde el día en el que
comenzó. Como aquel niño débil alcanzó la felicidad y el amor y como tras perderlo
todo se convirtió en un fuerte caballero. Cuantas ilusiones y sueños se han
roto y pese a todo, aún puede sonreír. Y aun hoy, aunque este capítulo acabe y
ese caballero siga sin portar su armadura ni su arma, sigue dispuesto a luchar
y seguir adelante, enfrentándose a sus enemigos con las manos desnudas.
Sin una guía en su camino y solos él y su corazón, sigue con
ilusión, intentando mantenerse entre el dolor y la felicidad, mientras su
corazón se queja, ríe y otras llora, pero acepta, como su dueño, el destino que
ha recibido. Lamentándose de lo perdido pero alegrándose de lo ganado, se
mantienen fuertes y dispuestos, aunque aún torpes, para comenzar un nuevo capítulo.
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