Fragmento de un corazón

Ella, amanece siendo el sol que ilumina su día. Tras su despertar no importan las tormentas, ni las nubes que cubren el sol, todos los días son soleados. El viento ya no es frio ni sopla fuerte, ella le da la capacidad de caminar junto a los huracanes.

Él se siente dichoso, su mente ya no vive en la realidad ni en el sueño. Despierta en ese estado, en el que todo a su alrededor se mueve lento, en el que las palabras se deslizan con cuidado sobre sus oídos.

Sus ojos han cambiado, ya no ven personas si no almas, almas que le hablan y le muestran las realidades de cada cuerpo. Ven entre dos mundos, guiados por su mente, la cual manda proyecciones de cada momento que vive junto a ella. La gente lo ve y se queda observándolo, pues sonríe a la nada, parece ido. Lo que no ven es que tras esa sonrisa se oculta su felicidad.

El camina solo, pero acompañado, ella lo sigue siempre aun ausente en cuerpo, agarrando su mano, guiando sus pasos, mostrándole el camino.

Cada instante que él pasa junto a ella se vuelve único. Él disfruta mas allá de su propio entendimiento, su corazón no late, su mente no piensa. Solo puede clavar sus ojos frente a los suyos, solo puede agarrar sus manos con las suyas. Ella ante él se muestra como una diosa, hermosa siempre, llena de luz. Él queda prendido ante ella, como si cada vez que la viera volviera a enamorarse de nuevo, creando asi un ciclo que no acaba.

Para él nada cobra sentido, nada merece la pena, ni existen misiones ni objetivos que cumplir, si no es con ella. Ella es el corazón que mueve su mundo, sus ilusiones, su fuerza y debilidad, todo gira en torno a ella. La ama, tanto que cuando ella no está su mundo se detiene.

Ella lo hace llorar de emoción, lo hace sentirse único, un héroe, se siente invencible. La ama, como nunca antes había amado, amor que escapa a su entendimiento. El solo desea luchar por ella y forjar su vida juntos, por siempre en el mas allá...