El día comienza con el sonido animado de una alarma.
Enfurruñado, lucha contra las sabanas que atrapan sus manos sedadas, intentando
acallar la música que penetra sus oídos para despertarlo. Basta con que un ojo
se abra para volver a la vida, pues no hay más opción al sueño tras el
despertar.
Lo que después viene es el irritante sonido de la rota
persiana que se arrastra subiendo con desdén. Cuando alcanza la cima, la cálida
luz invade su habitación, aun cuando el día es oscuro y lluvioso. Sabe que está
seguro en la luz, pues en ella no hay dolor ni maldad, solo paz. No importa lo
dormido que esté, ni lo mal que haya pasado la noche, el día lo protege como el
aura dorada de un ángel guardián.
Se dispone a hacer su rutina, el desayuno, encender el
pc, leer lo que le gusta, ver las novedades del Facebook. Sonríe cuando lee que
un amigo o amiga importante le ha escrito, realmente siente aprecio por ellos, más
del que nadie podrá entender. Ejerce cuando puede sus funciones como amo de
casa, limpiando, haciendo la comida,
fregando y tras caer la tarde, se prepara para dirigirse a su centro de
estudios.
La tarde es la balanza entre el bien y el mal, la luz y
la oscuridad, el día y la noche. Sabe que le quedan 6 horas para que llegue la
oscuridad y bien sabe dios que las disfruta. A veces lo hace junto a sus
amigos, otras frente a sus compañeros, realmente está bien cuando está en clase
aunque sepa lo que le espera. Valora el tiempo que pasa junto a sus seres
queridos, sus amigos, pues son la fuente de la paz que le hace feliz.
Cuando se torna la noche todo se desmorona. La oscuridad
invade el cielo y los demonios despiertan, escalando poco a poco el averno en
busca de sus presas. Él sabe lo que le espera, está acostumbrado, es un ángel
de alas rotas (o eso es lo que dicen), ha peleado contra ellos en incontables
ocasiones. Sin embargo, su lucha es más difícil que ninguna, pues como ángel caído,
tiene sentimientos humanos y una familia, la cual es presa fácil de cualquier
demonio.
Todo comienza igual que la anterior noche, gira la
cerradura que abre la puerta a su hogar, en un principio no ocurre nada y
durante unas horas así lo parece. Cena solo, en su habitación, su cueva, su
santuario. En ella está protegido del contacto físico, pero no de las voces. El
sonido penetra por cualquier hueco, el percibe ese tono de voz que caracteriza
a los demonios y sabe que la batalla ha comenzado. Se piensa mil y una vez el
salir ahí fuera, su mano tiembla en la manivela que le separa del combate. Sabe
que no va a ganar, que es una batalla perdida, pero sale una vez mas y lucha.
Un hedor putrefacto invade el hogar, las voces retumban
en las paredes cada vez mas fuerte. Observa las habitaciones y agacha la
cabeza. Demasiado tarde, ya ha perdido. El demonio yace acostado, pues ya ha
ganado la batalla. No hay forma de luchar contra él cuando duerme, pues haría daño
al humano que duerme junto a él.
De noche, en su santuario, yace sobre su cama. Recuerda
las voces golpeando su mente, el hedor se mantiene en su olfato, pero lo que
mas le duele, es que ha vuelto a perder. Unas veces lucha, logrando vencer,
pero al día siguiente vuelven mas, nunca se acaba. Se maldice y cierra los
ojos, creyendo que así todo acabara, esperando a que la luz del día vuelva a
protegerlo, deseando descansar. Pero no hay descanso alguno cuando se vive en el reino de un demonio. La noche pasa
en calma y comienza un nuevo día.
El día…
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